Page 23 - Karate Vida o Religión
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Sensei Néstor Parreño  Karate, vida o religión                          21


 Capítulo IV  corteza cerebral, de manera presuntuosa, las agrupa y las hace identificar como
       sentimientos! el papel relacionista de la corteza cerebral vuelve a funcionar y el
 El Cerebro en el Karate todo lo controla todo  inconsciente frente a estos reflejos trata de interpretarlos y justificarlos. En
       otras palabras, la corteza se niega a aceptar que se trata de un reflejo primitivo y
       lo maquilla, todo esto tiene su lógica, porque el cerebro emocional apareció por
       debajo de la corteza en el proceso de evolución, antes que esa corteza cerebral
 sí funciona el Cerebro en “piloto automático”, el Cerebro cons-
       plegada de la que tanto se ufana la especie humana.
 ciente hace que las acciones se vuelvan instintivas, para que así
 Asean mucho más veloces…   La velocidad a la que este 'cerebro viejo' toma decisiones es de casi 300
       milisegundos, es decir, algo casi instantáneo, lo cual es posible porque esa
 Aunque los seres humanos creen que el Cerebro es el órgano más desarrolla-
       intuición se funda en la experiencia acumulada de siglos. Nadie piensa para
 do de la evolución biológica, al contrario de lo que la gente cree, la mayoría de
       rascarse, mucho menos en cómo mover la boca para comer o cómo contraer los
 las decisiones que se toman no son producto de procesos conscientes o “razona-
       músculos para caminar. Seguro que si se intentara la acción, resultaría torpe,
 bles”. Es decir, el cerebro funciona de manera automática, a grado tal que el ser
       burda y tan ineficiente que a lo mejor no se realizaría como se necesita y cuando
 más inteligente sobre la tierra queda a merced del instinto y de su propio
       se necesita, en el proceso de conducir un vehículo: cuando alguien está apren-
 inconsciente. Puede sonar desalentador, hoy el pretencioso Homo sapiens tiene
       diendo, todos sus movimientos son conscientes y ocupan tanto a su corteza
 que aceptar que el grueso de la actividad mental se procesa en módulos que en
       cerebral nueva (que no se puede encargar de dos cosas a la vez) que algo tan
 su mayoría son automáticos. Desde la decisión más elemental, como levantarse
       simple como seguir la letra de una canción o hablar con alguien, puede alterar el
 de la cama, hasta la más compleja, como elegir una pareja o casarse, no tienen
       proceso y poner a la persona en riesgo; no obstante, en la medida en que se gana
 que vérsela con los 10 millones de pasos que intervienen en cualquier acto,
       experiencia, los movimientos de la conducción desalojan la corteza y se ubican
 como hablar, mover las manos o rascarse la cabeza. Todo eso está fuera de la
 consciencia. Ni siquiera pasan por la corteza cerebral cosas supuestamente
 complicadas como decidir qué ropa ponerse o cómo planear un día, se ha
 llegado a conclusiones científicas, que pensar conscientemente limita el cerebro
 y lo hace menos eficiente. En ese orden de ideas, para esta tarea solamente se
 cuenta con la parte frontal de la corteza cerebral. Sería como decir que la parte
 razonable y consciente se domicilia justo por encima de las órbitas de los ojos.
 Por  el  contrario,  por  debajo  de  la  corteza  cerebral  actúa  esa  racionalidad
 construida a partir de las vivencias y de las experiencias que mágicamente el
 cerebro guarda en el hipocampo. No en vano funciones tan importantes para la
 supervivencia, que no son razonables ni permiten manejarse a voluntad, como
 el miedo, el dolor y el mismo placer, están ubicadas no en la corteza, sino en la
 amígdala cerebral, una estructura que está presente en muchos cerebros de las
 llamadas especies inferiores. Para esos seres inferiores estas reacciones son
 primarias y casi reflejas, lo mismo que para los humanos. Sin embargo, la
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